CARLOS
Escribo esto desde la penitenciaria del estado. Se me acusa de negligencia médica contra una paciente mía, la paciente era mi esposa. Por culpa mía estuvo recluida once meses en un centro psiquiátrico. También se me acusa de haberle intentado quitar sus bienes y su dinero, dinero de una herencia que le dejó su madre millonaria. Aunque esto no creo me lo puedan probar. Solo hay un testigo, pero está muerto. Para contar esta historia me regresaré nueve años. Era yo un flamante médico psiquiatra. Fue en una fiesta la conocí. Yo estaba en el jardín, alejado del ruido cuando la escuché andar por el jardín. Platicamos un rato, se interesó mucho cuando supo que yo era psiquiatra, creí que la estaba conquistando, pero no, ella solo quería una receta para comprar Diazepam. Le dije que se la daría si me dejaba besarla. Acepto. Al día siguiente le mande su receta. Ella me gustaba, se llamaba Camila, hubiéramos sido novios sino hubiera sido porque al día siguiente se le ocurrió llegar su ami